Un velatorio y un bautizo

Monasterio tibetano. No hay escenario peor que un partido de fútbol entre dos equipos que ya no tienen objetivos clasificatorios. Los jugadores se pasan la pelota sin demasiada intención, especulan, no se aprietan y los minutos van pasando como los años en un monasterio tibetano, lentos y aburridos, momentos para que el aficionado se reencuentre consigo mismo y se pregunte qué hago yo aquí, otra vez, en un RCDE Stadium poco poblado, con una animación en huelga y que vivió especialmente la primera parte en silencio. Un velatorio propio de una semana de despedidas en el campo y despidos en la dirección del club. Chen reinicia de nuevo la partida.

Inicio sintomático. A los 5 minutos de juego ya se podía intuir por dónde iba a desarrollarse el encuentro. Al minuto, Rubén Sánchez, que debutaba de titular, ya había lanzando a puerta y había puesto un centro. Estaba claro quien tenía más ganas de jugar este partido, prueba de ello la asistencia para el tanto de RdT ya en el añadido o su alto ritmo de juego por la derecha, que le llevó incluso a desfondarse en una acción: acabó en una pose típica del que finaliza un 400. RdT, mientras tanto, ya había cometido una falta a destiempo. Con cuatro amarillas no se cotizaba que quería ver la quinta para acabar aquí la temporada y no ir a Granada. La vio por protestar después de tres intentos de contacto que el colegiado no castigó con una cartulina.

Blanco en la oscuridad. Desde el banquillo, activo, gesticulando en todo momento, Luis Blanco lo veía con los nervios del debut aunque seguramente su pensamiento era contradictorio por la poca emoción del encuentro y la poca predisposición del equipo, cuya presión en campo rival duró un suspiro. El Valencia controló el juego, dominó y llegó con peligro al área. Maxi Gómez abrióm la lata. Ese 0-1 pudo llegar mucho antes. La defensa de cinco no trajo seguridad, mientras que solamente Rubén daba profundidad y Puado cazó un tanto que fue anulado por fuera de juego.

Escudo/Bandera Espanyol

‘L’hora dels adéus’. Más que en el campo, donde no pasaba nada, el partido estaba en la grada, donde tampoco había grandes noticias. La gente despierta siempre contra las decisiones arbitrales, ese actor que siempre genera controversia allá por donde pisa. Anomalías culturales del fútbol. También despertó en el minuto 21 y en la sustitución de Melendo, quien no ha llegado a un acuerdo para renovar su contrato. O mucho cambian las cosas o pondrá fin a sus 19 años en el Espanyol. Si eso se produce, su despedida no fue sin duda la soñada, como la de David López, una de las novedades del equipo y que también fue sustituido entre aplausos y emoción.

Un electroshock. Los Diego López, Fran Mérida (quien ya lo ha hecho explícito) o Tony Vilhena (¿con quién habló para expresar a su llegada que el Espanyol podía acabar entre los cinco primeros?) también a priori se despidieron sobre el césped, a la espera de que el nuevo director deportivo empiece a ordenar el puzle de la nueva plantilla. Y entre tanto adiós una bienvenida, la de Dani Villahermosa, que consiguió estrenarse en el mediocampo perico. Una cara nueva, un nuevo nacimiento de un Espanyol que necesita para la próxima temporada un auténtico electroshock. Otro más.